Considerará, muy satisfecha, la concejala del BNG Paz Abraira, frustrada candidata al Congreso, que, habiendo abortado con su burda censura la caravana de mujeres a un pueblo de montaña para encontrar pareja, ha defendido la dignidad femenina. Debería saber esta concejala, supuestamente defensora de derechos y libertades, que la dignidad pertenece al ámbito privado, es personal e intransferible, y cada cual tiene y usa la que su propia autoestima le dicta o la que las circunstancias le permiten. Nadie, persona pública o privada, está legitimado para proyectar e imponer su patrón de dignidad a los demás independientemente de cúal sea su sexo.
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jueves, 22 de octubre de 2009
Caravana de mujeres
La violencia de género que se silencia
La sentencia genérica de Thomas Hobbes: "El hombre es un lobo para el hombre", está en camino de desdoblarse en "El hombre es un lobo para la mujer", debido al clima social generado por el oportunismo político que presenta la violencia de "género" como unidireccional del varón a la mujer; favorecido por la omisión sistemática de la mayoría de los medios de comunicación de las muertes de hombres a manos de su pareja.
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Técnica de hoy y esperpento de siempre
Recuerdo una parodia que bien representaba mi amigo Moncho de Porriño, hace unos años, cuando aparecían los primeros teléfonos móviles. Moncho, hombre de tranquilo y natural sentido del humor, parodiaba la escena esperpéntica de una paisana de Atios (Atios pasaba por ser la parroquia más atrasada del municipio de Porriño, cuyos vecinos, en el ámbito local, eran utilizados al modo que se utilizan los de Lepe en España y los Gomeros en Canarias, y dicen que los polacos en USA) con el formato de las parodias monologadas de Gila
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Los aplausos de sus señorías
Todos conocemos la vieja institución de "la clac", que la formaban gentes que iban al teatro cuasigratis bajo el compromiso de aplaudir cuando "el jefe de la clac" les conminaba. Muchos de ellos estudiantes. Y cualquiera que haya ido a la realización de un programa de TV habrá visto producirse "al director de aplausos", un individuo que indica al público presente, con gestos consensuados, cuando tiene que aplaudir. Es por ello que el telespectador se sorprende al ver después en la TV que puntualmente la gente del plató aplaude.
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